¿Qué es el impuesto del sol?

Todas las instalaciones conectadas a la red deberán pagar un impuesto por cada kWh producido, lleguen o no a la red eléctrica, con distintos cargos asociados al coste del sistema (artículos 17 y 18 del R.D. 900/2015 de 9 de octubre). Estos cargos, al estar también reflejados en el término de potencia contratada con la distribuidora son, sin lugar a dudas, una duplicidad y un sobrecoste a todos aquellos que deseen producir y consumir su propia energía eléctrica. Por un lado, resulta razonable que aquellos que estén enganchados al sistema tengan que pagar algún tipo de cuota por el mantenimiento del mismo y por las centrales eléctricas de respaldo para que puedan producir energía necesaria en cualquier instante. Sin embargo, hay muchas voces críticas al res- pecto por la variabilidad de estos costes durante los últimos años, y la imposibilidad hasta ahora de saber realmente a cuánto ascienden estos costes.

Por otro lado, están las grandes restricciones y cláusulas que incluye este Real Decreto, como son la
imposibilidad de compartir instalación de autoconsumo y el impedimento de realizar un balance neto de la energía producida consumida al acogerse al contrato tipo 1 (y si se vertiera energía a la red eléctrica, no recibiría contraprestación a cambio). También hay que tener el cuenta el gravamen a las instalaciones con baterías de respaldo, el “impuesto del sol”, y el alto coste de los trámites para dar de alta la instalación (si un kit de 250kW puede valer 450€, los trámites pueden rondar los 1300€). Esto hace que la rentabilidad de realizar una nueva instalación en estos mo- mentos sea nula. Las consecuencias no tardarán en verse reflejadas en las estadís- ticas, reduciéndose el número de nuevas instalaciones de paneles fotovoltaicos y las inherentes re- percusiones en todas las indus- trias afectadas. Hay muchas razones que pueden habernos llevado a esta situación. Desde el punto de vista técnico, el esquema clásico de zona de producción y zona de consumo en el que la energía va en un solo sentido, está dejando paso a un

sistema de generación distribuida, que conlleva adaptar todo el sistema, siendo este un proceso lento; dejando, además, de existir el concepto de ‘aguas arriba y aguas abajo’, pudiendo estar la generación en cualquier punto de la red. Desde el punto de vista empresarial, las grandes empresas de electricidad en nuestro país aún no se han adaptado a independizarse según sean generadoras, compañías de transporte, o distribuidoras, siendo en la práctica un holding oligopólico. Por último, la bajada considerable del precio de las instalación de los equipos (como el kit del ejemplo, por 450€) ha hecho que muchos hogares vean factible ahorrar en su factura eléctrica y de paso producir energía limpia. Lo único que está claro en estos momentos de incertidumbre es que no puede considerarse el auge del autoconsumo como una moda, por lo que este Real Decreto solo retrasará lo inevitable: una revolución en la producción, transporte, almacenamiento y consumo de la energía eléctrica en el que todos los actores del mercado tendrán que adaptarse al nuevo paradigma energético, que es ya presente.

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