Medidas para una mayor empleabilidad juvenil

FERNANDO YLLESCAS

presidente de ASIAN

En la pasada jornada de debate celebrada en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Sevilla, relativa a la ‘Formación, movilidad y empleo para jóvenes ingenieros’, me llamó la atención la contestación que dieron los alumnos de último curso y los recién titulados cuando se les preguntó quiénes de ellos en el próximo o próximos años preveían estar trabajando en el extranjero, principalmente en Europa. La contestación se les pedía a unos 70 alumnos y nuevos ingenieros. La respuesta fue afirmativa en una gran mayoría, tal vez fueron unos 65 de ellos.

La situación es especialmente crítica para el joven ingeniero en esos primeros tiempos que serán claves para marcar la dirección en que desarrolle sus conocimientos y el ejercicio de su profesión. Comenzarlos en otro país le será positivo para entender otros mercados y formas de vida pero, por el contrario, estará obligado a trabajar en condiciones muy justas y sobre todo en materias obligadas y no en las que hubiera decidido por sí mismo. Pero su decisión la tomará en base a que siempre será mejor trabajar que esperar una oportunidad. Yo también decidiría de igual forma.

En este sentido, me planteo tres posibles soluciones para los ingenieros recién titulados:

1. La primera es lo que suelo llamar el ‘contrato de trabajo trilateral’. Este contrato lo firma el recién finalizado con tres personas jurídicas al mismo tiempo y tiene una duración de unos dos años. La nómina le es abonada por el 33% de cada parte, siendo estas: una empresa que esté en disposición de contratar en estas condiciones, la Seguridad Social y la Consejería de Empleo, Empresa y Comercio. Todos salen ganando. El joven ingeniero porque selecciona, se queda en su país y trabaja; la empresa porque tiene un trabajador a un reducido coste; la Seguridad Social porque solo paga una tercera parte de un sueldo, generalmente inferior a una posible situación de desempleo; y la Consejería porque da formación a un futuro ingeniero que trabajará en Andalucía. La coordinación bien la podrían hacer ASIAN y los Colegios y Asociaciones que la forman.

2. La segunda posibilidad es fomentar la creación de una organización similar a la Erasmus, a nivel de empresas y para ingenieros recién finalizados. El ingeniero prestaría sus servicios en el extranjero en empresas seleccionadas por él. Tendría la oportunidad de, además de trabajar, conocer nuevas culturas e industrias. Estos acuerdos también serían limitados en tiempo y estarían financiadas por proyectos europeos.

3. El último planteamiento tiene su origen por mis dudas sobre si estamos haciendo las cosas bien en materia de innovación y creación de empresas. En la presentación reciente de ASIAN en Jaén, en referencia a mi preocupación sobre la encuesta a los recién finalizados sus estudios que me he referido anteriormente, el presidente de la Asociación de Ingenieros Industriales de Andalucía Oriental, Juan José Nievas, planteó qué contestación habrían dado los alumnos de las Escuelas de Ingeniería de Sevilla u otra provincia si les hubiéramos preguntado quiénes tienen previsto comenzar sus etapas de ingenieros creando una empresa. Los que allí estábamos imaginamos que hubieran sido muy pocos. Por tanto, ¿estamos haciendo bien la preparación para que los jóvenes ingenieros emprendan? Si esto no es así, la solución la deben tomar las Escuelas de Ingeniería junto a sus profesores.

Como conclusión, desde ASIAN creemos que podemos y debemos mejorar la difícil situación de los nuevos ingenieros que anualmente se enfrentan a un futuro que, al menos en mi opinión, no veo nada fácil.

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