“En España todavía hace mucha falta el diseño industrial y el desarrollo de producto”

ENTREVISTA:

ENRIQUE DEL POZO

 CEO de MC2 Ingeniería y Sistemas.

enrique del pozo

Ingeniero industrial especializado en Mecánica, pertenece a la tercera promoción de la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Sevilla. Comenzó su andadura profesional en diversas empresas del grupo Abengoa, donde estuvo hasta que en 1991 fundó su empresa MC2 Ingeniería y Sistemas, empresa con la que ha logrado obtener hasta 15 patentes. Además,  ha desarrollado su labor en el ámbito académico como profesor de la Escuela de Ingenieros de Sevilla.

¿Dónde desarrolla su actividad profesional?
Después de una larga estancia en empresas del grupo Abengoa, desempeñando al principio cargos de responsable de diseño de maquinaria y posteriormente como director técnico, fundé MC2 Ingeniería y Sistemas en 1991. Desde entonces he dirigido numerosos e interesantes proyectos de maquinaria industrial, vehículos autopropulsados, equipos de elevación y transporte, instalaciones teatrales, mecanismos para energías renovables, gradas aeronáuticas y estructuras especiales, todos ellos con un importante contenido de innovación e inventiva. Una actividad complementaria, pero muy satisfactoria, ha sido mi participación en la Escuela de Ingenieros de Sevilla como profesor asociado de cálculo y diseño de máquinas durante más de veinticinco años.

¿Cuántos inventos ha lanzado al mercado? 
Cada diseño supone un reto por la necesidad de encontrar soluciones a problemas nuevos y antiguos. Si la búsqueda es inteligente y activa, y no se limita a una simple combinatoria, muchas veces se llega a resultados novedosos que, por sorprendente que parezca, nadie ha patentado antes y, por tanto, son perfectamente registrables. Casi todas mis patentes son consecuencia del encargo de un cliente, del análisis de una situación problemática y de una larga y trabajosa prospección hasta llegar a la solución buscada. Otras veces, en cambio, al desarrollar una idea con el máximo cariño y efectuar la investigación del estado de la técnica previa a la patente, se encuentra uno con que un japonés o un canadiense había pensado antes lo mismo, y se te ha adelantado. Dicho esto te explicaré que mis patentes versan principalmente sobre maquinaria de elevación, energías renovables y mecanización de la agricultura. Entre patentes concedidas en firme y las que se encuentran en trámite ya vamos por quince.

¿Qué necesidades cubren sus inventos?
Todos mis inventos responden a necesidades concretas y a cuestiones de orden práctico. No dudo de las ventajas de la investigación básica, pero creo que en España todavía hace mucha falta el diseño industrial y el desarrollo de producto. Respecto a la idea muy extendida de la incapacidad española, en general, y de la andaluza, en particular, para la generación de ideas, descubrimientos y patentes, tengo que decir que es completamente falsa y que probablemente nos han querido convencer de esa incapacidad de forma interesada. Cuando Unamuno dijo “¡Que inventen ellos!”, había que entenderlo en el contexto de una disputa metafísica, pero no literalmente. Es hora, por tanto, de despojarse de complejos y de volar solos con plena confianza en nuestras capacidades y posibilidades, que son muchas.

¿Cuál es su mejor patente?
Pues todas las patentes que han llegado al rango mundial (World Patent), cuatro hasta ahora, por el reconocimiento internacional que suponen.

¿Y a nivel personal?
Cada proyecto, cada invento es como un hijo. Preguntar quién es el preferido es como querer saber a cuál salvarías en caso de incendio. De hecho, tengo muchos diseños que merecerían patentarse pero no he llegado a hacerlo, porque si no está clara una explotación comercial inmediata es difícil recuperar la inversión que hay que acometer para registrar una patente europea o mundial. Pero, puestos a elegir entre todas las patentes, me quedaría con la primera; no recuerdo cuántas veces la leí y releí cuando me llegó la notificación del Registro de la Propiedad Industrial.

¿Se han implantado sus inventos en otros países?
Varias de mis patentes tienen rango europeo y, algunas incluso mundial. En la práctica, cuando consigues una ‘U.S. Patent’ es fácil llegar después a la mundial por la calidad de las bases de datos que se manejan en EE. UU. En España teníamos una legislación de patentes completamente obsoleta, que contemplaba la novedad relativa a España y no la absoluta con relación al estado del arte mundial. En estas condiciones era perfectamente posible patentar el triángulo rectángulo en España si nadie lo había hecho antes, pero afortunadamente esta situación está cambiando para mejor, y quedará resuelta en 2017 con la nueva Ley de Patentes.

¿Qué clientes se interesan por sus patentes? 
Cuando un proyecto se desarrolla por encargo de un cliente, que es el que invierte, se pacta que los derechos de titularidad de las posibles patentes que se puedan generar pertenecerían al cliente, quedándole al proyectista únicamente el derecho a figurar como autor, quien, de acuerdo con la Ley de Patentes, debe ser necesariamente una persona física. Digamos que sirve a efectos de curriculum, pero poco más. Los clientes más interesados en las patentes son, sin duda, las empresas multinacionales.

¿Qué dificultades hay para desarrollar un proyecto?
Casi siempre, el inventor novato tropieza con el desconocimiento del estado de la técnica y de la legislación aplicable. La solución de estos dos problemas se encuentra acudiendo a un buen agente de la propiedad industrial, lo que cuesta dinero, es verdad, pero si el conocimiento que aportan y las gestiones que realizan son adecuados valen su peso en oro. El siguiente problema, y no pequeño, es encontrar un socio industrial para explotar la patente. Tradicionalmente el inventor desconfía exageradamente de los posibles socios, que también tradicionalmente suelen intentar por todos los medios apoderarse de la invención expoliando al inventor. En estos casos, debe prevalecer la lógica, aplicar las soluciones legales que existen, y recordarle que sin confianza no hay comercio, ni beneficio para ninguna de las partes interesadas.

¿Cuándo decidió dedicarse a diseñar y crear maquinaria?
Recuerdo que siendo niño, creo que por la Primera Comunión, recibí un regalo que me encantó, casi tanto como el Meccano con el que pasaba las horas muertas construyendo maquinitas. Se trataba nada menos que de un libro titulado ‘Cuando los grandes inventores eran niños’, de Vicente Clavel. Devoré ese libro imaginándome un nuevo Montgolfier, Franklin, Watt o Niepce. Por si fuera poco, apareció por mi casa un folleto de una casa de patentes y marcas que explicaba con gran lujo de detalles el proceso que había que seguir para obtener una patente. Con ese estado de ánimo, no tiene nada de particular que hoy recuerde el día en que obtuve la primera patente como uno de los más felices de mi vida.

¿Qué consejo daría para llevar a cabo una idea?
A todo ingeniero que tenga una idea y quiera desarrollarla le recomiendo, en primer lugar, que se documente bien y que compruebe que su invento no existe desde el siglo de Pericles. Internet es una ayuda fabulosa, y además hay bases de datos especializadas. Invertir tiempo y esfuerzo en descubrir algo que ya está inventado no es forzosamente malo; a mí me ha pasado, y puede ser un paso necesario para llegar más lejos, pero desde el punto de vista de la rentabilidad del esfuerzo aplicado es fatal. A continuación, le recomendaría que se cerciorase de la viabilidad técnica y económica de la invención y, dado este paso, que la proteja inmediatamente, solicitando la patente en España. A partir de ese momento hay un plazo de prioridad para extender la patente a otros países, tiempo que debe aprovecharse para contactar con los posibles industrializadores. Finalmente, ya solo me queda desearle mucha constancia y mucha suerte, factores que, como podréis comprobar, por lo general van siempre unidos.

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