El Mercado Torroja de Algeciras

Josefina Melgosa | Secretaria de FUPIA 

 

Esta construcción es uno de los hitos de la Ingeniería del siglo XX. Se trata de una obra vanguardista y funcional proyectada en 1933 por el ingeniero Eduardo Torroja Miret y en cuya construcción, finalizada en 1935, participó el arquitecto Manuel Sánchez Arcas.

El mercado de abastos de Algeciras es un edificio de planta octogonal cubierto por una bóveda sin apoyos internos. La cúpula tiene 47,80 m. de diámetro, 44,10 m. de radio de curvatura, 9 cm. de espesor en su zona central y 50 cm. en la zona de unión a los pilares, y está perforada por una claraboya de 10 m. de diámetro.

Sintetizando al máximo su descripción, podríamos decir que se trata en realidad de una cubierta con puertas para entrar.Estamos ante una estructura avanzadísima para ese momento, en el que no hay estructuras laminares. Esto supuso un salto adelante en su época, tanto en el modo de trabajar con hormigón armado, como en las estructuras laminares, algo reconocido internacionalmente. Este mercado y el hipódromo de la Zarzuela, también obra de Torroja, son estructuras absolutamente originales y nuevas, no solo por su excepcional diseño, sino también por su innovación en la técnica de cálculo y construcción.

El mercado lo conforman ocho soportes que salen de una cimentación y una lámina esférica con unos añadidos deslumbrantes, pero con una justificación estructural muy importante, que son esas puntas que salen fuera de las puertas del edificio y que añaden un mejor comportamiento resistente al que tendría la lámina si no existieran esas piezas cilíndricas del borde. Esos soportes son los responsables de cargar el peso del edificio, una cubierta laminar esférica sobre 8 puntos.

Si la cubierta hubiera contado con vigas, debería haber tenido una altura de 80 o 90 cm. de canto. La novedosa técnica que dominaba Eduardo Torroja le permitió hacer esto con 9 cm. de espesor, y eso fue absolutamente nuevo.

La cúpula esférica funciona siempre en compresión, tanto en la dirección de los meridianos como en la de los paralelos. Sin embargo, en cierto paralelo desaparece ese comportamiento y los meridianos seguirían funcionando en compresión. En este momento los paralelos comenzarían a operar a tracción y, por tanto, aparecerían grietas.

Ante esto, Eduardo Torroja decide no poner un borde más grueso sino que, como quiere intentar cubrir algo más de espacio, decide introducir unas láminas cilíndricas que absorban los esfuerzos que vienen de la membrana a través de los meridianos y los prolonga por la generatriz de la cilíndrica. Es decir, consigue darles a las fuerzas un camino mucho más natural que el que habría que utilizar si no se hubiesen añadido esas láminas. Esta solución, proyectada y empleada por Torroja, se ha utilizado muchas veces, pero nunca antes. Esa es su innovación y su aportación, entre otras muchas técnicas y teorizaciones, al diseño y cálculo de estructuras.

Aunque están ocultos a la vista, en los soportes hay unas barras de acero con unos tensores de rosca a los que, dándole vueltas, se acortan entre sí. Cuenta Torroja cómo, en el proceso de construcción, al ir tirando de ellos, la estructura en el centro se separaba ella sola del encofrado. Así se evitan los problemas que solían presentarse al desencofrar una estructura laminar.

Recordemos que estamos hablando de un mercado, y el módulo que debe gobernar el trazado de un mercado es el tamaño del puesto de venta. ¿Por qué utiliza Torroja una luz de 50 metros cuando esto podía resolverse con un bosque de pilares de 4x4x4x4? Pues porque esta solución obligaría a una única disposición de los puestos, entre los mencionados pilares, mientras que la solución adoptada por Torroja permite cualquier disposición al crear un lugar espectacularmente diáfano. En la actualidad, en este espacio interior único los puestos se distribuyen en tres anillos concéntricos, lo cual permite el tránsito por los tres pasillos circulares y los pasillos cruzados que coinciden con los cuatro accesos.

El lucernario abierto en el centro de la cúpula “no era necesario”, pero Torroja consideró fundamental ese aporte de luz natural y, aunque estructuralmente supuso un problema añadido, lo resolvió diseñando una retícula que tiene casi las mismas características resistentes que la propia estructura.
Esta excepcional obra del movimiento racionalista modernista, declarada Bien de Interés Cultural en 2001, se alza en la Plaza Nuestra Señora de La Palma (Plaza Baja) de Algeciras.

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