Carmina Acero: “El inconformismo me ha permitido luchar en un ámbito tan encorsetado como es la Administración”

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A principios de los años 90, Carmina Acero, entraría a formar parte del Cuerpo de Ingenieros Industriales de la Administración andaluza. De forma casual, decidió hacer aquel examen de largas horas y hoy desarrolla proyectos de eficiencia energética que suponen un fuerte ahorro de consumo eléctrico para la red de hospitales de la comunidad. No considera fácil sacar adelante estos planes en estos tiempos complicados, pero siempre busca una nueva herramienta que le permita desarrollar su profesión con la misma vocación del primer día.

¿Pensaste alguna vez que acabarías desarrollando tu carrera profesional en la administración andaluza?

Para nada, sinceramente. Llegué a las oposiciones por necesidad. Terminé la carrera y me quedó una asignatura pendiente, Máquinas Hidráulicas en sexto de carrera y me tuve que preparar el examen para el mes de diciembre porque ya había fijado fecha de boda para casarme. Yo estaba con una beca de colaboración con AICIA  que me pagaba en aquellos años un sueldo mensual de 80.000 pesetas. A finales de los años 80, hacíamos un proyecto muy bonito para la época de resistencia de materiales de Federico Paris, que era el catedrático. El gran inconveniente fue que cuando nació mi hijo mayor. No podía dedicar ese horario tan amplio que tenía al proyecto concertado. En aquel punto de mi carrera y de mi vida me di cuenta de que los horarios de la empresa eran totalmente incompatibles con la crianza de niños pequeños y gracias a la ayuda de un profesor de la Escuela al que debo mucho, don Ramón Velázquez Vila, que impartía todo el tema térmico y de frigorías, me propuse prepararme una oposición. De entrada no me entusiasmó la idea pero vi que era la única salida para poder continuar con mi vida familiar y profesional como ingeniero. Empecé a estudiar en el mes de abril y el 12 de diciembre ya tenía los cuatro ejercicios aprobados. Tenía 30 años recién cumplidos.

¿Es fácil desde la administración pública hacer un ejercicio de Ingeniería similar al que se hace desde la empresa privada?

A mí me ha resultado esa cuestión siempre muy difícil. Saqué mi oposición en el año 91 pero me incorporo en la plaza en el año 92. Llevo más de 20 años y todavía llevo muy mal lo poco que reaccionamos a los cambios de operaciones y de sistema dentro de una cosa tan encorsetada como es la administración. Yo veo la necesidad y entiendo qué es lo que hay que hacer pero me encuentro que esto no se puede hacer por eso, esto no se puede hacer por aquello… Llega un momento en que te consideras un elemento de la administración puramente técnico sin capacidad de decisión.

¿Influyen los cambios políticos en tu trabajo, a pesar de tener una labor técnica?

Un poco sí se notan. Hay algunos directores que vienen de cargos políticos y desde el primer momento están ahí dando órdenes sin conseguir ver que los objetivos que tú defiendes los haces desde el punto de vista técnico, no político.

Yo siempre intento mostrarle las luces y las sombras de cualquier estrategia que se diseñe dentro de mi departamento para saber porqué se están haciendo las cosas.

¿Qué labor realizas en tu trabajo diario dentro de la Consejería de Salud?

Esa es una pregunta que cuando estamos coloquialmente tomando algo con amigos siempre te dicen ¿ingeniero industrial en el Servicio Andaluz de Salud?. Y yo siempre contesto que en el SAS, aparte de médicos, hay hospitales que actúan como hoteles, la gente tiene frío en invierno, calor en verano, tienen que ducharse en las habitaciones, hay un montón de equipamiento que usan los médicos que son tecnologías sofisticadas que tienen mucha radiación. Eso tiene un peligro y una serie de protocolos que hay que cumplir. Pues yo como ingeniero, me encargo de toda esta parte de las instalaciones y del equipamiento puramente de electromedicina, donde se encuentran los aparatos de rayos X, resonancia, gamma cámara, equipos de tratamiento de tumores, radioterapia, monitores, respiradores. Elementos que todo el mundo ve normal dentro de un hospital pero que son máquinas que si no estuviera detrás la mano y la labor de un ingeniero, no se pondrían  en el sitio adecuado y en el lugar adecuado.

¿Se encuentra también dentro de tus competencias la renovación de equipos dentro de los hospitales de Andalucía?

Sí, es una de mis tareas prioritarias. También llevamos a cabo temas de eficiencia energética a través de un proyecto de cofinanciación entre la Consejería, la Agencia Andaluza de la Energía e IDAE (Instituto de diversificación y ahorro de la energía). El presupuesto, de 80 millones de euros, donde IDAE pone un 89%, irá dirigido a que los hospitales que en estos momentos están gastando una barbaridad de combustible, tengan una central térmica mucho más eficiente con menos contaminación y además evitar que el calor se vaya hacia otras zonas o por las puertas. Otra tarea es implantar la iluminación de bajo consumo con LED.

Esto es una de nuestras grandes estrellas en este momento y esperemos que, a mediados de 2015, tengamos todas las obras terminadas en nuestra red de hospitales de Andalucía.

Con este nuevo sistema, ¿cuánto se podía ahorrar la Junta de Andalucía?

Pues la verdad es que depende, porque no en todos los hospitales se hacen las mismas actuaciones. El ahorro que puede suponer la actualización de las instalaciones es de casi un 20% en el consumo de electricidad como media en todos los hospitales de Andalucía y esto nos supone un ahorro de millones de euros a la Administración regional.

¿Piensas que el ingeniero industrial superior tiene los días contados en la administración o irá llenando vacantes cuando termine la crisis?

La verdad es que está casi extinguido. Cuando yo saco las oposiciones en el año 91 se habían convocado 24 plazas y solo nos presentamos 65. El mercado de la ingeniería estaba muy bien colocado pero curiosamente llega la caída traumática del 92 y mis compañeros me llamaban para decirme cómo había conseguido tener el número uno en la oposición. Yo siempre decía lo mismo: que me agarré a esto porque era mi única tabla para poder seguir realizándome como ingeniero.

¿Cómo recuerdas las pruebas?

El hecho de pasar los tres exámenes  eliminatorios, el primero test, el otro un examen largo de muchas horas, donde te dejaban que metieses libro, cartabones, compases y el tercero era ya a sorteo. Metías la mano en una bolsa y escogías dos temas de dos bloques y tenías que desarrollar uno de cada bloque.

Cuando tu aprobabas esto, entrabas a formar parte de un puesto base. Se trata del escalafón más bajo que hay para los titulados superiores. Posteriormente las plazas que van sacando, si no tienes el rango de nivel 18, de nivel base, puedes acceder a uno de nivel 20. Sin embargo, no estás en propiedad hasta que no pasas cuatro años en el nivel. Y posteriormente vas ascendiendo. Yo actualmente tengo un nivel 28 y lo máximo que puede adquirir un funcionario es un nivel 30 y para ello tienes que ser subdirector.

Los niveles van a razón de los años y es una medida claramente injusta. No creo que se pueda medir por el tiempo que tu hayas estado en al administración sino que debe medirse el trabajo desarrollado.

Y para terminar, ¿piensas que es la administración una salida vocacional?

Al principio lo llevaba mal pero me he dado cuenta que el que tiene vocación es capaz de buscar atajillos dentro de la administración. Y yo tengo los míos. Técnicas casi empresariales bien vestidas y aprendidas. Quizás ese inconformismo me ha permitido luchar de esta forma y con mucha fuerza en un ámbito tan encorsetado como es la administración pública. 

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