Fernando Fernández: “La minería y la metalurgia es una oportunidad para los ingenieros industriales de Sevilla”

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El ingeniero industrial Fernando Fernández, tuvo la suerte de elegir por decisión propia y no por culpa de la crisis, su salida como profesional al extranjero hace ya más de 20 años. Siempre ha asociado su actividad profesional a la minería y metalurgia y su apasionante tarea lo ha llevado a dirigir empresas en 3 continentes y 8 países desde 1987. Tras 43 años dentro de la profesión, declara que siempre ha hecho un trabajo como  “solucionador de problemas” en un sector primario cada vez más tecnificado.

“Unos amigos míos de Río Tinto me llamaron para que fuera a desarrollar lo que en ese momento era el mayor proyecto de cobre en África, concretamente en el Katanga (Congo). Hoy esta empresa es todo un éxito en bolsa, siendo el primer productor de cobalto del mundo”

 Desde los inicios de tu carrera, ya estuviste vinculado a empresas extranjeras en nuestro país, ¿cómo resultó esa experiencia para un ingeniero que está iniciándose?

Yo trabajé desde el año 1972 hasta 1987 en la compañía internacional que se conocía como Río Tinto Minera, S.A. Mi perfil es curioso, ya que fui alumno de la primera promoción de ingenieros industriales de la Escuela, en la que entré con tan solo 16 años faltando un mes para cumplir los 17.  A partir de 1987, cuando se produce la separación, entre el socio español Rio Tinto Explosivos (ERT)y la inglesa Río Tinto Zinc (hoy Riotinto), decidí quedarme con la empresa británica haciéndome cargo de las operaciones que quedaban en España y luego me fui extendiendo geográficamente. Desde el punto de vista de proyectos, tanto en Rio Tinto Minera como en la RTZ, eran muy frecuentes los desplazamientos temporales a países de Europa principalmente.

“Siempre he hecho trabajo de solucionador de problemas en el sector de la minería. Fue una evolución no pensada desde que empecé como joven ingeniero de mantenimiento en la fundición de Huelva”

¿Tardarías muchos años en vivir de forma permanente en el extranjero?

En el 99 dejé el grupo Río Tinto porque me ofrecieron un puesto diferente para convertir un grupo de empresas familiares en una organización industrial simplificando las estructuras y profesionalizando a la dirección. La empresa era también británica (WBB). Posteriormente me pidieron que dirigiera todo el grupo con operaciones en Europa y Asia, lo que me llevó a vivir dos años en Manchester. Fue en esa época cuando descubrí Asia y sobre todo China, porque me pasaba como una semana al mes visitando nuestras empresas mineras para coordinar y homologar las operaciones y tecnologías en todas ellas. También había que buscar recursos humanos, pues los que había eran casi todos occidentales, y yo pensé que había que dar cabida a ingenieros y economistas locales.

Antes, no había querido salir de España porque la carrera de padre era más importante que la mía de ingeniero.

Así pues desde 1987 y hasta finales de 2013 siempre he estado dirigiendo empresas industriales minero-metalúrgicas y en cargos de los Consejos de Administración correspondientes en cada momento.

¿Cómo recuerdas el país de China cuando comenzaba a ser un referente mundial?

Pues la verdad que me impresionó mucho. Nuestra sede central había cambiado de Hong Kong a Singapur. Teníamos varias minas en Thailandia pero con un socio y otra en Indonesia, aparte de China y un megacentro de Molienda cerca  de Shanghai. Aquella etapa fue excitante porque los jóvenes titulados eran una fuente continua de innovación e ideas y eran de una valía extraordinaria. Tenía a  varios formados en USA que eran fueras de serie. También había tecnología y medios locales  para producir. Era mucho más fácil que en otras zonas en la que he trabajado posteriormente.

También durante esta etapa fui consejero y más tarde presidente de una empresa minera en Ucrania, con central en Kiev y minas en la provincia de Donetsk. Dejamos allí amigos magníficos y me entristece ver lo que está pasando. Ya apuntaba  mal por aquel entonces la situación. Se le ha ido de las manos a los gobernantes.

¿Cómo volviste a vincularte con proyectos mineros en España y con cobre Las Cruces?

En 2004 un grupo de inversores me ofreció volver a Sevilla a desarrollar el proyecto de cobre Las Cruces. Es preciso mencionar que el yacimiento fue descubierto por RTZ durante mi etapa posterior a Rio Tinto Minera, por lo que lo conocía bien.

Formamos un equipo muy bueno con 37 miembros, ya que el tema de la minería y la metalurgia requiere de equipos multidisciplinares muy complejos hasta que se decide la inversión. La cantidad de especialidades que se encadenan en las diferentes operaciones es muy amplia. Desde el geólogo que evalúa, el metalurgista… es un trabajo muy denso, cuidadoso y elaborado y por ello los proyectos de maduración de una mina son tan largos.

Intentamos financiar la compañía, para salir a bolsa, aunque fue muy mal momento y realmente lo que había que hacer era invitar a empresas mineras y metalúrgicas bien conocidas para ofrecerle lo que teníamos. Y salió bien porque Inmet la compró.

¿Cuál fue tu función concreta dentro de este gran proyecto?

Nuestra labor fue la revisión del plan minero, confirmar el cambio de la minería porque antes era subterránea y resultaba imposible, y mejorar el diseño de la planta de proceso. También se revisó el  plan de viabilidad. Con esto conseguimos más financiación y compramos mil hectáreas de terreno que afectaban a tres municipios. Nuestras relaciones con los municipios afectados fue excelente y se comenzó a ofertar empleo, lo que es hoy una realidad en esta zona.

Y  tras esto, ¿llegó el salto a África?

Así es, unos amigos míos de Río Tinto me llamaron para que fuera a desarrollar lo que en ese momento era el mayor proyecto de cobre en África, concretamente en el Katanga (Congo). Hoy esta empresa es todo un éxito en bolsa, siendo el primer productor de cobalto del mundo y uno de los más importantes de África en la producción de cobre cátodo.

¿Cómo resultó trabajar en un mercado tan diferente, como es África?

Aquello es impresionante. Hoy hay más de 40.000 trabajadores operando en la minería con las últimas tecnologías del mercado. El Congo es desconocido en su geografía. Su extensión es más grande que Europa. No hay trenes, no hay carreteras. La logística era un rompecabezas porque absolutamente todo había que traerlo desde Sudáfrica. Teníamos la oficina central en Johannesburgo, pero a mí que siempre me han mandado a los lugares que tienen problemas, me pasé dos años viviendo en la DRC.

¿Cómo eran las comunicaciones?

Yo vivía en un chalet con guardas de día y de noche. Fuimos los primeros en crear una fundación para atender las demandas sociales y comunitarias, separando la acción empresarial de los planes de desarrollo con “trustees” de reconocida solvencia profesional y ética.

¿Tiene mucha dificultad abrir una mina  en esta zona tan desindustrializada?

Con la salvedad de los problemas logísticos, entonces las cosas eran más fáciles. Esto ha mejorado mucho pero hay un nuevo problema, ya que se ha instalado una cultura de indigenización, que obliga a las empresas extranjeras a aceptar a un socio local. En algunos casos, se marcan los porcentajes de capital que a veces llegan al 20 o al 25%. Eso quiere decir que si mañana, tú quieres ampliar capital, ese socio no va a poner dinero y, salvo excepciones, no puede ser diluido. Normalmente son personas que vienen de otros sectores y no son del mundo empresarial. Las aguas en África están ahora revueltas, y pasan cosas como las que han ocurrido en la minas de platino de Sudáfrica. Lo que más cansa de África es que no tienes nada permanente. Empezar un proyecto de abrir una mina, es montar carreteras y toda la infraestructura. Las inversiones son brutales, sobre todo si llevan cerradas  muchos años. Los permisos suelen ser más rápidos.

¿Te has sentido siempre preparado para trabajar en medio de las problemáticas empresariales?

Siempre he hecho un trabajo de solucionador de problemas en el sector minero. Fue una evolución no pensada desde que empecé como joven ingeniero de mantenimiento en la fundición de Huelva a de-senvolverme en estos terrenos. Yo entré a trabajar de ingeniero joven con mono los primeros días, con las manos sucias y de ahí fui subiendo y he llegado hasta aquí. Pero he de decir que no he conocido empresa mejor para formar directivos como Rio Tinto (entonces RTZ)

A diferencia de ingeniero actual, ¿nunca te has sentido obligado a emigrar por la necesidad de tener un mejor puesto?

Ya cuando era joven, me ofrecieron, en una ocasión, irme a Sudamérica y otra a Holanda. Mi hijo mayor tenía entonces doce años y a mí se me hacía difícil aquello con mis cuatro hijos pequeños. No le vi mucho sentido.

Lo más que hice, fue irme a vivir a Barcelona seis años. Era un entorno conocido y a poca distancia de la familia. En el 92, y tras construir una moderna planta de proceso de boratos en Nules (Castellón), cerré la fábrica que tenía Río Tinto en Badalona produciendo ácido bórico y borax pentahidrato, y decidí comprarme mi piso aquí en Sevilla. No había ningún problema por las distancias. Cuando me voy para Europa más tarde, empecé a pasar mucho tiempo en Reino Unido pero como los billetes desde Faro eran muy baratos, no perdí el contacto con mis hijos.

Y por último, quería preguntarte en qué proyecto te encuentras inmerso

Me he pasado 43 años trabajando. No busco ni deseo más cargos de consejero delegado. Estoy cansado, ya que los últimos años en África han sido durísimos. Ahora “me toca” estar en Sevilla con mi familia. Hago viajes para aconsejar a algunas empresas pero mi vida ya la hago aquí con los míos.

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