La Técnica y la Ingeniería en la Expo del 29 en Sevilla

A mediados el siglo XIX comenzaron a celebrarse en las más importantes ciudades occidentales las Exposiciones Universales. Estos eventos, de varios meses de duración, tenían entre otros objetivos promover la comunicación entre países, mostrando sus avances en la ciencia y en la técnica y las últimas tendencias de las artes.

En 1929 coincidieron en España las exposiciones de Barcelona y Sevilla, teniendo esta última el carácter de Exposición Iberoamericana. Fue un acontecimiento que cambió la fisonomía de la ciudad, pero, casi un siglo después, se ha perdido buena parte de la misma.

Con frecuencia, cuando finaliza una muestra internacional de este tipo, desaparecen muchos pabellones debido a que son construcciones efímeras y las infraestructuras del recinto, en pocos años, se diluyen por las nuevas propuestas de urbanización. No obstante, lo más sensible de una muestra es el material mostrado en los pabellones, de forma que parte de ese material vuelve a su lugar de origen y otra parte desaparece sin dejar constancia de su existencia.

De la Exposición de Sevilla hay escasos testimonios sobre la Ingeniería que se desarrolló y la técnica que se mostraba en los pabellones, siendo uno de los testimonios más interesantes el que se ofrece en la Guía Oficial de la Exposición.

En ella se describen brevemente algunos contenidos de los pabellones, así como las instalaciones del recinto, lo cual ayuda a conocer aquello que se consideraban avances técnicos que se debían mostrar a los visitantes. Es precisamente esta Guía la que ha servido para conocer lo que se desarrolla a continuación.

Cartel de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929-1930, obra de Gustavo Bacarisas Podestá

INFRAESTRUCTURAS BÁSICAS DE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA

Respecto a las infraestructuras, en la Guía se insiste en la especial importancia que tuvieron las iluminaciones artísticas. En el parque, el alumbrado se conseguía con total ausencia de candelabros o lámparas visibles. La luz “se utilizaba no solo para el fin práctico del alumbrado, sino también como elemento decorativo en combinación con el agua, el cristal, las plantas y las fachadas”, se explica en la Guía.

En el centro de la Plaza de España se construyó un surtidor de agua luminoso, siguiendo la moda de la época. Su iluminación en coloraciones cambiantes se realizaba con varias coronas de reflectores de enorme potencia y un considerable número de combinaciones obtenidas.

Por otro lado, la manera de trasladarse dentro del recinto se resolvió mediante tres pequeños ferrocarriles Liliput, cuyas locomotoras eran reproducciones de los grandes expresos europeos. Cada tren arrastraba diez vagones con capacidad para 160 personas. En la Guía se especifica que “cada coche está provisto de frenos por vacíos automáticos, de forma que, detenida en seco la locomotora por cualquier circunstancia, los vagones quedan detenidos asimismo en el acto y sin violencia alguna”.

La compañía concesionaria de la red nacional construyó un pabellón de carácter permanente para utilizarlo como subcentral, instalándose teléfonos para el servicio público en distintos lugares del recinto.Por otra parte, se construyeron pequeños pabellones sanitarios que se distribuyeron por todo el recinto, y disponían de agua corriente y red de saneamiento. Varios de estos pabellones se conservan aún en el parque de María Luisa.

PRINCIPALES PABELLONES

El edificio más emblemático de la Exposición fue la Plaza de España. Allí se reservaron espacios para albergar la Confederación Hidrográfica, la Junta de Obras del Puerto y el Instituto Nacional de Previsión. En el extremo izquierdo de la Plaza, se instaló un museo industrial y una escuela donde se exhibían las enseñanzas industriales en todos sus grados. En una de las salas del museo artístico se mostraba el desarrollo de la Industria del papel, desde los molinos del siglo XII hasta los modernos procedimientos de encuadernación e imprenta.

En el edificio central se podían ver los instrumentos y los métodos que se empleaban en las investigaciones oceanográficas y una muestra de aparatos y material del Cuerpo de Correos y Telégrafos. En las torres se instalaron depósitos de agua, la infraestructuras para la telegrafía sin hilos y reflectores eléctricos.

También se describe en la Guía lo más novedoso de las instalaciones del Gran Casino de Sevilla, que disponía de un servicio contra incendios, compuesto por una red de tuberías que permitía arrojar instantáneamente una lluvia sobre su escenario, mientras sus maderas y telas estaban revestidas de pintura ignífuga. Además disponía de calefacción por agua caliente y la cubierta estaba provista de doble capa de corcho para aislar del frío y del calor. En el caso del Pabellón del Ejército, en su interior se podía ver una demostración de la industria militar oficial, de la que destacaban unos modelos de cañones y armas de producción nacional, aportados por las fábricas de Turbia y Toledo.

Fuente a la Hispanidad situada en la Plaza de los Conquistadores en el Sector Sur. Ilustración de la revista La Exposición Iberoamericana. Editado por E. Piñal.

Por su parte, el Pabellón de la Marina fue una instalación que aún se conserva en buen estado. Allí se alojó una sala dedicada a Isaac Peral, inventor del submarino, y una réplica de la carabela Santa María, reproducida en los astilleros de Cádiz con exacta fidelidad. El Pabellón de Industrias Generales ocupaba una superficie de 7.500 metros cuadrados, destinados a las grandes industrias españolas, donde contaban con un cine para proyecciones de asuntos comerciales.

En la publicidad de la Guía se encuentran anuncios de algunas industrias que disponían de stand, como General Motors, que mostraba un “novedoso refrigerador automático fabricado para carnicerías, cafés, hospitales y casas particulares”, o los Grupos Electrógenos Delco Luz, que “suministran electricidad para casas de campo, alumbrado o accionar bombas”. Pero también se expusieron productos tan diferentes como la Cromacrina, un medicamento antiblenorrágico que se utilizaba para curar la gonorrea, o las muñecas artísticas andadoras “Florida” de Madrid.

Otro de los pabellones más curiosos fue el de la Maquinaria, que ocupaba 11.500 metros cuadrados para mostrar las más recientes maquinarias agrícolas e industriales. Allí la empresa catalana Industrias Mecánicas S.A. exhibía sus aceros eléctricos moldeados y los flejes laminados en frío en el stand número 529, lo que da idea del enorme tamaño del pabellón. Otra empresa que mostraba sus productos fue la cordobesa Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas, industria dedicada a la metalurgia y la fundición de hierro.

Se construyeron también unos edificios temáticos de productos agrícolas, como el Palacio del Aceite, donde se mostraba un molino aceitero antiguo y otro molino con todos los adelantos modernos en maquinaria para realizar, ante los visitantes, las distintas fases de la extracción del aceite. Otros pabellones similares fueron el Pabellón de la Seda, el Pabellón de Tabacos, el Pabellón de Industrias Ganaderas, el Pabellón del Azúcar, el Pabellón de Agronomía y el Pabellón del Algodón. En todos ellos se podían observar las técnicas de cultivo y los procesos productivos.

Entre las infraesctructuras dedicadas a los distintos países, el Pabellón Norteamericano fue el que mayores avances técnicos mostró. La Guía especifica que esta construcción disponía de los “modernos detalles de confort americano”, como calefacción central, tuberías de agua corriente, refrigerador eléctrico y lavadora mecánica. En él mostraban “un pasaje automático que consiste en lanzar un rayo luminoso por medio de electricidad, sobre la entrada, y al pasar una persona ocasiona una interrupción que, rompiendo el rayo de luz obliga al dispositivo mecánico a registrar una unidad más; y, por tanto, puede llevar por sí solo la cuenta exacta de las personas que están dentro del recinto”, según se explica en el documento.

Además, contaba con una reproducción en miniatura de una parte del cañón iluminada por 2.000 lámparas eléctricas y de una maqueta de un tren expreso que recogía las sacas de la correspondencia sin aminorar la velocidad, mediante un brazo mecánico. También mostraban “los cincuenta y cuatro usos distintos que de la electricidad hacen los norteamericanos”. En el Pabellón de Cuba se expuso un mapa en relieve de la isla con un tren en miniatura que lo recorría. Cuando el tren entraba en una provincia se accionaba un mecanismo que hacía caer una lluvia de tarjetas postales con vistas de la región que atravesaba.

OBRAS DESAPARECIDAS

Pabellón de Venezuela, actualmente desaparecido (revista La Exposición Iberoamericana)

La Exposición del 29 también contó con un grupo numeroso de pabellones de firmas comerciales. Se trataba de pequeñas edificaciones que, en su mayoría, han desaparecido en la actualidad, conservándose tan solo algunas fotografías, aunque desafortunadamente se sabe muy poco de sus contenidos. En ellos se ubicaban variadas industrias del sector de la alimentación, como la Casa Domecq, la Aceitera Carbonell, Codorníu, Nestlé, Osborne o Maggi, y también otros pabellones de muy diversos sectores como el de Zotal, la fábrica de sombreros Fernández Roche, Hispano-Suiza, Perfumería Calber, la Sociedad Minera Metalúrgica Peñarroya, la Compañía Hidroeléctrica, la Compañía de Ferrocarriles MZA, Uralita, Philips Radio o Perfumes Gal.

La Exposición contó adicionalmemte con un extenso parque de atracciones situado en la confluencia de la avenida da la Palmera con la avenida de la Raza. Se accedía a través de varias puertas que mediante efectos de iluminación simulaban movimientos de agua y figuras. Dentro del parque se podía disfrutar de una montaña rusa de más de un kilómetro de recorrido, cuya estructura estaba decorada simulando unos acantilados. Otra de las atracciones con más éxito fue una gran barca que se deslizaba por un tobogán hasta caer a un estanque rectangular donde se producía un gran oleaje. También existió una pista de coches eléctricos y un látigo, ambos muy parecidos a los que funcionan en la actualidad.

kiosco de ventas de postales en la Plaza de América (ABC).

RED DE COMUNICACIONES

Por último, se puede destacar que durante la Exposición la ciudad disponía de una importante red de comunicaciones, siendo sorprendentes las conexiones por vía marítima, ya que semanalmente recalaban en Sevilla las líneas de Bilbao – Barcelona y la de Pasajes-Marsella, más una línea quincenal Sevilla-Nueva York. También contó con una línea postal y comercial que enlazaba la ciudad con los principales puertos del Mediterráneo, así como con Brasil, Uruguay o Argentina. Las líneas aéreas unían diariamente Sevilla con Larache y era posible volar a Madrid Granada, Málaga, Tetuán y Tánger.

En este sentido, es importante destacar la extraordinaria labor de investigación que desarrolla D. Juan José Cabrero Nieves en su blog exposicioniberoamericanadesevilla1929.blogspot.com sobre este gran acontecimiento que tuvo lugar en Sevilla.

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