“La Ingeniería y el sacerdocio son dos profesiones muy distintas pero que se complementan bien”

JESÚS AZCÁRATE FAJARNÉS

Ingeniero industrial y sacerdote.

jesusNacido en Huelva, hizo la carrera de ingeniero industrial en Sevilla y comenzó a trabajar en Málaga hasta que en 1974 se trasladó a Roma para realizar estudios de Filosofía y Teología. Cinco años después, obtuvo el grado de doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra, con una tesis titulada: La elección del Romano Pontífice según el Derecho de la Iglesia. Desde 1979 ejerce su ministerio sacerdotal en Madrid. Es colaborador de la revista ‘Palabra y mundo cristiano’, además tiene numerosas publicaciones de artículos y libros. 

Al finalizar sus estudios ¿para qué empresa trabajó?
Comencé a trabajar en el Estudio de Ingeniería de Alfonso Calatrava Romero y después en AKRON, ambas en Málaga. Mi función consistía principalmente en la electrificación de edificios e instalación de aire acondicionado y calefacción.

¿Puede hablarnos de su promoción de ingenieros industriales de Sevilla?
En mi época, la Escuela de Sevilla tenía un plan de estudios piloto, siguiendo directrices de la OCDE. Un buen plan con asignaturas diarias. Empezaba la jornada con una clase magistral y después estábamos en seminarios, profundizando en la materia tratada en la clase magistral y haciendo ejercicios y problemas. Formamos un grupo de alumnos muy unido, entre otras cosas porque pasamos los veranos en el campamento de Montejaque, de las Milicias Universitarias. En los últimos años, nos reunimos en Sevilla para una misa que se ofrece en sufragio de los compañeros fallecidos, y después compartimos una jornada de compañerismo.

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Jesús Azcárate Fajarnés en el ministerio sacerdotal de Madrid

Pronto se marchó a Roma. ¿Qué cambió su trayectoria profesional?
Desde el año 1968 pertenezco al Opus Dei como miembro numerario. En 1974, Josemaría Escrivá, respetando mi libertad, me llamó a Roma y allí comencé mis estudios en Teología. Mi respuesta entonces fue que sí y hasta el día de hoy sigo ejerciendo el sacerdocio en Madrid.

¿Está la Ingeniería conectada a su ejercicio como sacerdote?
La profesión de ingeniero y el sacerdocio son dos realidades totalmente distintas. Cuando me ordené sabía que a partir de entonces sería sacerdote cien por cien. Pero sí tengo una mentalidad de ingeniero que complemento en mis quehaceres.

¿Siempre quiso dedicarse al sacerdocio?
No, si de pequeño hubiera querido ser sacerdote, habría ingresado primeramente en un seminario menor para después pasar al seminario mayor. Sin embargo, he de decir que, tanto en mi familia como en el colegio donde estudié primaria y secundaria, recibí una formación cristiana muy buena que me ha ayudado mucho en mi vida y en mi relación con Dios.

¿Qué opinión le merece actualmente la Ingeniería Industrial?
Hace más de cuarenta años que dejé la profesión de Ingeniero. Por tanto, no tengo ninguna opinión sobre la Ingeniería Industrial actual. Pero siempre que sea para mejorar el mundo en que vivimos, respetando la naturaleza o el medio ambiente, me parece que es algo muy positivo para el avance tecnológico de la Humanidad.

¿Hay responsabilidad medioambiental por parte de las empresas?
Por supuesto que sí. A los directivos de esas grandes empresas les aconsejo que lean detenidamente la encíclica ‘Laudato si’ del Papa Francisco.

Los estudios técnicos están más demandados que las humanidades. ¿Qué opina?

Las carreras de humanidades son necesarias para la cultura de los países. No olvidemos la importancia del latín en la civilización europea y en la formación de las lenguas romances. También es bueno conocer la historia, para conocer todo lo que ha pasado antes de nosotros de tal forma que saquemos enseñanzas, y así no repetir errores del pasado. Especialmente es importante conocer la lengua española, su gramática y ortografía, para expresarnos y escribir correctamente. Considero que debe haber un equilibrio entre las ciencias y las humanidades.

¿Qué consejos daría a los nuevos licenciados?
A los nuevos ingenieros les aconsejo que vean su profesión y su trabajo como un servicio a la sociedad y al mundo. También les diría que no quiten con su trabajo y con las relaciones profesionales el tiempo que deben dedicar a su familia y al descanso. Y, si son creyentes, que sepan que un trabajo bien hecho y ofrecido a Dios es un medio de santificación.

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