La ESII de Sevilla y los másteres universitarios

Francisco Campos García

Francisco Campos García. Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Escuela Superior de Ingeniería de Sevilla.

A finales de mayo tuvimos la ocasión de acompañar a la última promoción de ingenieros industriales ‘preBolonia’ o del Plan 98 en su despedida de la Escuela de Ingenieros de Sevilla. Cerca de 200 futuros ingenieros industriales recibieron de manos de su director, de su futuro decano, de sus profesores y de mí, sus diplomas acreditativos del paso por la Escuela y sus bandas. Era la última promoción de una titulación que se extingue para dar paso a otra nueva, más adaptada a las exigencias europeas y una auténtica desconocida. ¿Será el producto ‘máster en Ingeniería Industrial’ tan atractivo para el mercado y para la sociedad como lo ha sido el ingeniero salido del Plan de la OCDE, del Plan del 64 y del Plan del 98?. Es una auténtica incógnita.

De momento, hay muchas dudas más que se irán despejando en los próximos meses. Por un lado, la memoria verificada por la AGAE (la agencia de acreditación andaluza) todavía no está y ello hace que la propia Consejería no pueda aprobar definitivamente los másteres. Por otro lado, la proliferación de títulos de máster que llevan la palabra ‘Ingeniería’ hará que los alumnos egresados del grado tengan más opciones para estudiar otros másteres. Por último, la
incógnita de los alumnos que se matricularán en él (un máster largo, de 120 créditos) genera una nueva incertidumbre en el asunto que nos ocupa. Las cosas están cambiando a pasos de gigante. Sin embargo, las universidades y administraciones públicas, con su hambre de captar estudiantes la una y los plazos excesivos de la otra, hacen que el proceso esté ahora mismo en un punto crítico. Posiblemente dentro de unos meses estén despejadas todas las incógnitas, pero hoy por hoy tengo que pensar en el estudiante que quiere proseguir sus estudios, que no sabe cuál será el contenido del máster de ingeniero industrial. Lo que sí está claro es que al estar el futuro título asociado a la tradicional profesión de ingeniero industrial, tendrá atribuciones profesionales para firmar proyectos de todo tipo, tendrá colegio profesional de tutela que defenderá sus intereses y tendrá una ‘marca’ líder en el mercado que le permitirá moverse por España y fuera del país, sabiendo que tiene un buen prestigio profesional.

También sabemos que existe una orden del Gobierno (las famosas órdenes CIN) que fija los conocimientos mínimos que deben adquirir todos los ingenieros industriales que estudien en las universidades públicas y privadas del país. Esto último, por cierto, solo lo tienen las tradicionales profesiones reguladas de la Ingeniería (las nueve ramas clásicas), lo que da ciertas garantías de que los niveles serán homogéneos y de calidad verificada. El resto de las titulaciones de Ingeniería (cientos y cientos de títulos creados por las universidades sin analizar a fondo su viabilidad) no tendrán esa suerte y terminarán extinguiéndose por falta de atractivo social. A mi entender, ha sido un acierto de la Escuela de Sevilla proponer un máster largo, de dos años de duración, porque este país necesita formar a futuros líderes, bien preparados y que sean capaces de gobernar los principales procesos económicos, empresariales, académicos y políticos que nos esperan en el futuro dentro del mundo global que les va a tocar vivir. Solamente estando bien preparados, podrán tener éxito en la profesión de ingeniero industrial, sea cual sea el área de la profesión que deseen ejercer.

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