Editorial: El ingeniero del 2025

Aurelio Azaña Garcia
Decano del COIIAOc

Aurelio Azaña García

Con los cambios tan profundos que se han producido en los últimos diez años, conviene hacer una reflexión sobre el enfoque que hay que darle a los futuros ingenieros que tendrán que acometer los retos más importantes del 2020 en adelante. Además, hay que hacer esa reflexión en un escenario cambiante y confuso. Cambiante porque la ciencia y la tecnología cambian a pasos de gigante, y no olvidemos que el ingeniero es quien transforma esa ciencia en tecnología aplicada al bienestar de la sociedad. Confusa porque la proliferación de otras titulaciones que llevan la palabra ingeniero está generando una confusión que conviene aclarar todas las veces que sea necesario.

El verdadero ingeniero de los próximos 10 años deberá ser una persona con unos buenos conocimientos científico-técnicos que le permitan resolver problemas complejos en entornos con muchas variables y pocos datos. Debe de ser generalista para tener una visión clara y global de los problemas. El conocimiento de idiomas será una condición necesaria, que no suficiente, para poder desenvolverse en el mundo global y deberá tener una gran capacidad de adelantarse o de, al menos, moverse siempre en la frontera del conocimiento.

Muy bien lo expresa el académico de la Real Academia de Ingeniería D. José Antonio Garrido (en un artículo publicado en la revista Dyna de Junio de 2015, cuya lectura recomiendo) cuando afirma que “nuestros ingenieros deberán ser personas flexibles, capaces de pensar críticamente con la agilidad suficiente para afrontar el imprescindible futuro y ser capaces de buscar oportunidades que emerjan en sectores empresariales no tradicionales”.

Para intentar arrojar algo más de luz sobre el ingeniero que demandará el futuro, hemos dedicado la sección ‘Los ingenieros opinan’ de esta revista a intentar dar algunas claves que permitan la orientación profesional de los jóvenes y la formación adecuada en las escuelas de ingeniería.

La muerte por éxito de una profesión

Sí. Estamos muy preocupados por la deriva que está teniendo nuestra titulación de ingeniero industrial (que a partir de ahora hay que llamar máster en Ingeniería Industrial) y la degradación de un título con prestigio que algunas universidades están haciendo del mismo y que puede conllevar ‘la muerte por éxito’ de nuestra titulación y, posteriormente, de nuestra profesión.

En un análisis realizado por CEAC sobre los 10 empleos más demandados en un futuro próximo, el ingeniero industrial está entre ellos. Además, de esos 10 perfiles profesionales que aparecen a la cabeza de la lista de puestos demandados, solo hay tres de ellos que necesiten de una carrera universitaria específica, como es el caso de la Ingeniería Industrial.

Al abrigo de las cosas que funcionan bien, suelen llegar los oportunistas, los que aprovechan mientras puedan esa gallina que da huevos de oro y que se dedican a explotar por intereses económicos, partidistas, o ‘de estado’ mientras se va creando una burbuja que siempre termina por explotar. Pienso que ahora mismo tenemos esa generación de burbuja con el título de ingeniero industrial y que estamos inflando la burbuja sin que nadie o casi nadie hagamos nada por evitarlo. Esos oportunistas, cuando haya reventado la burbuja de la ingeniería industrial, se irán a planear sobre otra y así tendrán la vida resuelta durante otros cuantos años.

A ese escenario futuro descrito más arriba y que puede llegar a pasar es a lo que yo llamo ‘la muerte por éxito de una titulación universitaria’. Y digo bien titulación, porque la profesión siempre seguirá existiendo.

Una de las razones importantes de la existencia de los colegios profesionales es la de hacer las advertencias necesarias y tomar las medidas a su alcance para que estas cosas no sucedan, sin anclarse en el pasado pero reconociendo nuestras singularidades.

Está claro que el mundo necesita ingenieros industriales, pero no se puede dar cumplimiento a esa necesidad a cualquier precio. Necesitamos ingenieros bien preparados, motivados, muy vocacionales y con capacidad de sacrificio y de esfuerzo: no se ha hecho prácticamente nada perdurable en el tiempo sin esfuerzo.

Creo que a todo país le interesa tener unos profesionales de élite que vayan pregonando la marca España por todo el mundo (hoy por hoy nuestros ingenieros son de los más reputados a nivel mundial) y que sean los que dirijan empresas e instituciones en el mundo global al que asistimos. En esa línea, me quedo con el modelo francés donde,

independientemente del Espacio Europeo de Educación Superior y de la degradación que ha supuesto dicho modelo para los universitarios del futuro, las élites de la ingeniería de ese país siguen saliendo de les ‘Grandes Écoles’ de Francia.

Jóvenes en la ingeniería

Nuestra gran preocupación son los jóvenes que ahora están accediendo al mercado laboral o que están terminando los estudios y en breve van a tener que dar sus primeros pasos profesionales. Ellos deben saber que el Colegio está ahí para ayudarles a abrirse camino profesionalmente hasta que puedan adquirir experiencia que les permita desenvolverse en un mundo complejo y con muchas barreras de entrada.

A todos ellos dedicamos esta revista. En el Colegio hemos proyectado para ellos una serie de medidas que iremos poniendo en marcha y que, en esencia, persiguen el acercamiento de los jóvenes al mundo de las empresas a fin de que puedan conseguir esa primera oportunidad que necesitan para romper esas barreras que tanto les está costando superar: las del acceso al primer trabajo.

La mayor parte de las veces, las medidas que queremos adoptar son medidas sencillas: acercarles a la bolsa de empleo (que es de las más activas y con convenios con las principales consultoras y empresas que contratan ingenieros en el país y fuera de él), facilitarles la realización de prácticas curriculares y extracurriculares en empresas tecnológicas como medio para insertarse en el mercado laboral (el 80% de los puestos de trabajo no se publican, sino que surgen por promoción interna o por estar en el sitio correcto y en el instante preciso), dar charlas y jornadas que les permitan conocer las mejores técnicas de la empleabilidad, fomentar los idiomas como condición necesaria y precisa para emplearse, ayudarles a ser emprendedores para aquellos que así lo decidan, ayudarles a conocer nuestro tejido empresarial e industrial de Andalucía, etc.

Esperamos que con todo ello, más la labor tranquila y constante de posicionamiento de la marca ‘ingeniero industrial’ que hacen los colegios profesionales, seamos capaces de conseguir un buen escenario laboral y profesional para nuestros jóvenes egresados.

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